En la formación de los precios de la renta variable influyen dos tipos de factores:
Los
factores intrínsecos, que son los que se encuentran en la misma bolsa y
están relacionados con los valores que en ella se contratan, entre
estos factores se encuentran el volumen y la frecuencia de contratación,
la amplitud o estrechez del mercado, la rentabilidad del valor, los
niveles máximos y mínimos de contratación, los precios anteriores, la
posición del mercado a crédito, la psicología especial del inversor en
bolsa y la diversificación de la inversión en varios valores.
Por
volumen y frecuencia de contratación podemos distinguir dos grupos de
valores: los «blue chips» y los valores de pequeña y mediana
capitalización.
Los factores extrínsecos al mercado son los que se encuentran fuera del mismo, pueden ser económicos, sociales y políticos:
La coyuntura económica
La
bolsa es el termómetro de la situación económica y permite medir los
cambios y las variaciones que experimenta la economía. La bolsa es un
buen índice de la coyuntura económica, pero se utiliza también como
factor de predicción del futuro de la economía, dado que en la bolsa
cotizan expectativas.
En situación de expansión y prosperidad de
la economía existirá más ahorro disponible para la bolsa. Por el
contrario, en periodos de recesión se llega incluso a anular la
capacidad de ahorro de las familias y, por ello, habrá menos capital
para destinar al mercado bursátil.
Además, la aversión al riesgo de los
inversores aumenta y la liquidez migra hacia inversiones más seguras que
la renta variable. En periodos de expansión económica, las empresas
suelen acudir al mercado mediante la emisión de acciones, porque lo
tienen más fácil para captar el ahorro de las familias.
La
actividad de la bolsa está ligada a la coyuntura económica, pero puede
observarse que en determinados momentos actúa con anticipación al
desarrollo de variaciones coyunturales, los inversores descuentan a
veces los efectos de determinados acontecimientos positivos o negativos,
por ello, no es raro ver una bolsa alcista en un momento recesivo, si
el mercado piensa que se va a tocar fondo y se va a iniciar una
recuperación.
Evolución de la política económica
Las
medidas que hagan crecer el PBI ó favorezcan a los inversores tendrán
un efecto positivo en las bolsas. Por ejemplo, las siguientes:
- Medidas que favorezcan la obtención de beneficios por parte de las empresas.
- Privatizaciones.
- Medidas que impliquen una reducción de la inflación.
- Reducción del déficit público.
- Reducción de los tipos de interés.
- Liberalización de las inversiones extranjeras.
- Concesión de ventajas fiscales a las inversiones en bolsa.
- Libertad en la política de dividendos de las empresas que cotizan.
Pero hay otras medidas de los Gobiernos que pueden afectar negativamente a las bolsas:
- Endurecimiento de la fiscalidad a los inversores.
- Aumento de los impuestos a las empresas...
Las bolsas internacionales y la economía mundial
La
interdependencia mundial de las economías nacionales es un hecho. Y,
por tanto, el comportamiento de todas ellas está influido por variables
financieras, económicas y políticas. La inversión en un país determinado
vendrá dada por su situación política, por la estabilidad de su moneda y
por las expectativas del mercado de valores y los tipos de interés de
sus activos financieros.
Así, en primer lugar, el inversor
necesita que la moneda del país en que invierte sea estable y le permita
liquidar su posición sin sobresaltos. Pero necesita, en general, la
estabilidad de las principales monedas del sistema financiero
internacional y, fundamentalmente, del dólar y el euro.
Otro
factor que se debe seguir son los efectos que tienen una apreciación o
depreciación sobre los títulos bursátiles. Como norma general, las
compañías exportadoras preferirían una moneda relativamente débil para
que sus ventas en el exterior sean más competitivas. Por el contrario,
las importadoras ó las que dependen mucho del petróleo agradecerán una
moneda nacional fuerte.
Existe una gran interdependencia entre las distintas bolsas internacionales.
Tensiones internacionales, una situación de inestabilidad internacional
no favorece el funcionamiento de los mercados bursátiles, ya que en
situaciones de riesgo los inversores suelen repatriar sus inversiones,
aunque ello implique asumir pérdidas, y ello provoca caídas en las
cotizaciones. los inversores, en situación de tensión geopolítica,
prefieren mantener posiciones de liquidez.
La inflación, que
consiste en una pérdida del valor adquisitivo del dinero como
consecuencia de la subida de los precios, también influye en las
cotizaciones bursátiles.
Si hay inflación, los inversores han de obtener
una rentabilidad superior a ella porque, si no, perderán poder
adquisitivo. Por este motivo, cuando la inflación es elevada, ha de
aumentar la rentabilidad ofrecida por los valores. De lo contrario,
dejarán de ser rentables.
Un proceso inflacionista que conlleva una
subida de precios constante, continua y elevada, desalienta el ahorro y
afecta a toda inversión, fundamentalmente a la realizada en los mercados
de renta fija a medio y largo plazo.
A medio y largo plazo, la
inversión en valores de renta variable permite controlar la erosión
monetaria de los ahorros, dado que estos valores representan partes
alícuotas de activos reales que crecen al mismo tiempo que los demás
precios y ese crecimiento se refleja en sus cotizaciones bursátiles.
Esto significa que una inflación moderada beneficia a la bolsa, lo que de verdad la perjudica es un proceso deflacionista.
La evolución del mercado monetario y de los tipos
de interés, la dependencia de la bolsa respecto a los activos
financieros a corto plazo es obvia, ya que existe una competencia de
inversión.
Si los tipos de interés de estos activos son elevados, la
preferencia del inversor se inclinará por estos valores de renta fija
bien remunerados, que además tienen un vencimiento en torno a un año, lo
que permite al inversor obtener liquidez inmediata y garantía si son
emitidos por el Estado o empresas solventes.
La relación entre
cotizaciones bajas y altos tipos de interés y, en sentido contrario,
subidas de las bolsas cuando los tipos son bajos, es evidente por el
efecto que supone la existencia de alternativas de inversión.
Estas
alternativas tienden a fijar el nivel de las cotizaciones bursátiles en
una situación tal que le proporcione al inversor una rentabilidad
esperada que supere a la de los títulos de renta fija, con un margen
superior que les compense de su mayor riesgo.
Si los tipos de interés
para las Letras del Tesoro están, por ejemplo, al tres por ciento, el
inversor en acciones debería esperar alcanzar un mínimo entre el 6 y el 8
por ciento (incluyendo dividendos y plusvalías) para compensar el
riesgo que supone invertir en títulos de renta variable.
Cuando
los tipos de interés suben, se producen bajadas en las cotizaciones de
las acciones en bolsa. Estos descensos se pueden explicar por diversas
razones:
Los altos tipos de interés elevan las cargas
financieras de las empresas, y por tanto empeoran sus resultados
económicos, lo que provoca un descenso de los dividendos repartidos y de
las cotizaciones.
Cuando suben los tipos de interés, aumenta
la rentabilidad de las inversiones en renta fija. Esto provoca un
desplazamiento de los inversores hacia los títulos de renta fija, en
detrimento de los de renta variable, que siempre implican un mayor
riesgo.
Los tipos de
interés elevados hacen disminuir el consumo, al encarecerse la
financiación en las ventas a crédito. Esto provoca una disminución de
las ventas y, por tanto, un empeoramiento de los resultados de las
empresas, lo que afecta negativamente a las cotizaciones de las
acciones.
Cuando los tipos de interés bajan, las cotizaciones de las acciones tienden a mejorar:
La bajada de los tipos de interés reduce los costes financieros de las
empresas, con lo que éstas mejoran sus resultados económicos y, por
tanto, pueden repartir más dividendos y las cotizaciones de las acciones
aumentan.
Si los tipos de interés se reducen, las inversiones
de renta fija ofrecen una menor rentabilidad. Este hecho hace más
apetecibles las inversiones en renta variable, en detrimento de la renta
fija.
Los bajos tipos de interés estimulan la obtención de
financiación por parte de los consumidores, loo cual eleva las ventas a
crédito de las empresas y contribuye a mejorar sus resultados.
Los beneficios empresariales: el valor de una acción será tanto mayor
cuanto más elevados sean los resultados de la empresa. Y, por supuesto,
lo más importante son los beneficios futuros, las expectativas de
beneficios, aunque hay que tener en cuenta los del pasado, porque sirven
para determinar si la evolución de los resultados de una compañía han
sido positiva, o no.
Así
podemos evaluar a recurrencia de los beneficios de la empresa ó lo que
es lo mismo, la capacidad que tiene la compañía de generar beneficios a
lo largo del tiempo.
Es interesante evaluar los factores que
influyen en la evolución de los beneficios. Los hay internos a la propia
sociedad y también externos. Entre los internos se encuentra la
situación de su negocio en general (ventas, márgenes, política de
amortizaciones, rentabilidad, estrategia de expansión...).
Todo ello
influye en su balance (endeudamiento en relación con los fondos propios)
y en su cuenta de resultados (margen de explotación, amortizaciones,
peso de los resultados extraordinarios en el resultado final...). En
general, el estudio de los datos particulares de una empresa lo realiza
el análisis fundamental.
Pero también existen factores externos a
la compañía que el inversor debe tener en cuenta.
La evolución de la
compañía a escala global, las huelgas, los costes de producción del
país, la evolución de los tipos de cambio, la inestabilidad política, el
entorno sectorial y competitivo ó los cambios de gobierno que impliquen
cambio de la política económica influyen en las cuentas futuras de la
sociedad.