martes, 30 de octubre de 2012

La Burbuja punto com

Se refiere al término con el que se conoce al período de crecimiento en los valores económicos de empresas vinculadas al Internet, esta corriente económica especulativa muy fuerte se dio entre 1997 y 2001. 

Durante este período, las bolsas de valores de las naciones occidentales vieron un rápido aumento de su valor debido al avance de las empresas vinculadas al nuevo sector de Internet y a la llamada Nueva Economía, al pasar el tiempo, muchas de estas empresas quebraron o dejaron de operar.

El período fue marcado por la fundación (y en muchos casos, espectacular quiebra) de un nuevo grupo de compañías basadas en Internet designadas comúnmente empresas punto com.

Una combinación de un veloz aumento de precios de las acciones, la especulación individual y la gran disponibilidad de capital de riesgo crearon un ambiente exuberante, el estallido de la burbuja.com marcó el principio de una relativamente suave, pero larga recesión en las naciones occidentales.

A partir de crisis de la burbuja (la caída del Nasdaq), las empresas punto com comenzaron una serie de cierres, fusiones, adquisiciones y despidos, que hizo que algunos analistas sostuvieran que la nueva economía nunca existió, que todo se trató de una gran “burbuja” montada por algunos oportunistas para llenarse de dinero.

A efectos de tomar una dimensión del tamaño de la crisis, el índice Nasdaq (bolsa electrónica de Nueva York) llegó en marzo del año 2000 a cotizar por sobre los 5000 puntos, llegando en poco tiempo a cotizar a 3500, y en octubre de 2002 su valor era de aproximadamente 1300 puntos, situándose en valores similares a los de diciembre de 1996.

Para poder analizar lo sucedido con el desplome del Nasdaq, es necesario comprender la transformación que habían sufrido los mercados financieros en los últimos años, a partir del desarrollo de las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, los mercados financieros se fueron globalizando e intercomunicando, de manera que pasaron a formar un mercado global e interdependiente, operado por redes informáticas en tiempo real. 

Estas transformaciones generan nuevas reglas de juego que proporcionan el capital necesario para financiar nuevos proyectos empresariales y están en el origen del desarrollo de las empresas de Internet, y de la nueva economía en general.

La aparición de los capitalistas de riesgo, con su accionar llevaron a la cotización de los valores bursátiles de empresas tecnológicas a niveles inéditamente altos, debido a un factor fundamental en el proceso de valoración: las expectativas, en otras palabras los capitalistas de riesgo apostaban a que el crecimiento y el éxito de las empresas de la nueva economía se viera rápidamente recompensado por subidas en las cotizaciones de sus títulos.

Ahora bien, en cuanto aparecieron los primeros fracasos y dudas, las expectativas pasaron de ser favorables a desfavorables y los capitales huyeron tan rápido como llegaron, provocando el derrumbe, de todas formas muchas personas, ya antes del derrumbe, entendían que la valoración de las empresas del mundo virtual no era sostenible y que tarde o temprano iba ocurrir una «corrección en el mercado», entendiendo que estos valores contenían una importante sobrevaluación de origen especulativo.

En el periodo comprendido entre el año 2000 y el 2003, desaparecieron 4.854 compañías de Internet, ya por haberse fusionado con otras o por quiebra, aún luego de esto, algunas empresas consiguieron mantenerse a flote, destacando los servicios online (Banca Online,tranferencias dominios, compras etc..).

La caída de las acciones de empresas tecnológicas, también conocido como crisis de la Burbuja.com, es un fenómeno que reconoce como causas principales las siguientes:

  • Un cambio de expectativas sobre las empresas punto-com y tecnológicas en general debido a que los inversionistas comenzaron a notar que los principios de la Nueva Economía no eran tan distintos a los de la vieja, que era necesario que el dinero invertido en los start-ups se recuperase en un plazo razonable y que los modelos de negocios basados en el B2C subestimaron la complejidad y los costos de logística y distribución, y sobreestimaron algunos efectos de la economía en red de difícil comprobación empírica: la economía de la abundancia y la premisa de prestar servicios gratuitos porque la red recompensa la gratuidad.
  • El otro factor fundamental que explica la caída es inherente al funcionamiento de los mercados financieros: la información. Las opiniones de algunos economistas y empresarios del establishment (comenzaron prediciendo la caída en 1997), terminaron por imponerse haciendo realidad la profecía autocumplida de que la burbuja algún día iba a estallar.
  • La existencia de una sobrevaluación de ciertas acciones de empresas tecnológicas alimentada con fines especulativos.

De todos modos, hoy podemos ver un resurgir de estas políticas de empresas punto com, pero con ideales empresariales mucho más organizados y no como pequeñas mega empresas que aparecen y desaparecen del mercado en un abrir y cerrar de ojos.

domingo, 28 de octubre de 2012

La crisis financiera Asiatica

Esta crisis fue un período de dificultad financiera, que se apoderó de Asia en julio de 1997 y aumentó el temor de un desastre económico mundial por contagio financiero. También conocida como la crisis del Fondo Monetario Internacional, comenzó el 2 de julio de 1997 con la devaluación de la moneda tailandesa. 

Por efecto dominó, le sucedieron numerosas devaluaciones en Malasia, Indonesia y Filipinas, lo que repercutió también en Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur.  Sin embargo, lo que parecía ser una crisis regional se convirtió con el tiempo en lo que se denominó la "primera gran crisis de la globalización", y existe una gran incertidumbre sobre la verdadera magnitud del impacto de sus efectos en la economía mundial, sólo durante las primeras semanas un millón de tailandeses y 21 millones de indonesios pasaron a engrosar las filas de los oficialmente pobres

La crisis comenzó en Tailandia con el colapso financiero del baht tailandés, causado por la decisión del gobierno tailandés de hacer fluctuar el baht, cortando su clavija al dólar, después de esfuerzos exhaustivos para sostenerlo frente a una sobreextensión financiera severa que era en parte obligada por el sector inmobiliario. Para ese entonces, Tailandia había adquirido una carga de deuda externa que provocó la bancarrota efectiva del país incluso antes del colapso de su moneda. Cuando la crisis se expandió, la mayoría de los países del Sureste Asiático y Japón vieron el desplome de sus monedas, la devaluación del mercado bursátil y de otros activos y una caída precipitada de la deuda privada.

Aunque hay un acuerdo general sobre la existencia de una crisis y sus consecuencias, es menos claro cuáles fueron las causas de la crisis, así como su alcance y solución. Indonesia, Corea del Sur y Tailandia fueron los países más afectados por la crisis. Hong Kong, Malasia y Laos padecieron también la depresión. La República Popular China, India, Taiwán, Singapur y Vietnam fueron menos afectados, aunque también sufrieron por la pérdida de la demanda y de la confianza en la región.

Los ratios Deuda Extranjera-Producto Bruto Interno subieron una tasa de 100% a 167% en las cuatro economías más grandes del Sureste Asiático en el periodo 1993-1996, luego se dispararon a más del 180% durante la peor parte de la crisis, en Corea, el ratio aumentó un 13-21% y, luego al 40%. Solo en Tailandia y Corea subieron los ratios del Servicio de deuda-exportaciones.

Aunque la mayoría de los gobiernos de Asia tenían políticas fiscales bastante razonables, el Fondo Monetario Internacional propuso iniciar un programa de $40 mil millones para estabilizar las monedas de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia, cuyas economías habían sido particularmente golpeadas por la crisis; sin embargo, los esfuerzos para contener una crisis económica global hicieron poco para estabilizar la situación doméstica en Indonesia. Después de haber estado 30 años en el poder, el presidente de Indonesia, Suharto fue forzado a dimitir en mayo de 1998 en la víspera de la generalización de los disturbios que siguieron al fuerte incremento de precios causado por una devaluación drástica de la rupia. Los efectos de la crisis persistieron a lo largo del año 1998.

En Filipinas, el crecimiento económico cayó virtualmente a cero en 1998. Solamente Singapur y Taiwán probaron estar relativamente aisladas del shock, pero ambas sufrieron duros golpes, la primera más agudamente debido a su tamaño y su ubicación geográfica entre Malasia e Indonesia. Para 1999, sin embargo, los analistas vieron signos de que las economías de Asia estaban empezando a recuperarse.

Hasta 1997, Asia atraía casi la mitad del total de capital afluente a los países en desarrollo. En particular, las economías del Sureste asiático mantenían altas tasas de interés que atraían inversionistas extranjeros en busca de altas tasas de retorno. Como resultado, las economías de la región recibieron un gran afluente de dinero y experimentaron un dramático incremento en los precios de activos. Al mismo tiempo, las economías regionales de Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur y Corea del Sur experimentaron altas tasas de crecimiento: del 8 a 12% del PBI a fines de la década de 1980 y comienzos de los 90. Este logro fue ampliamente celebrado por las instituciones financieras, incluyendo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y fue conocido como parte del "milagro económico asiático".

Las causas de la debacle son muchas y disputadas. La economía de Tailandia se desarrolló en una burbuja llena con "dinero caliente". Se requería más y más mientras crecía el tamaño de la burbuja. La misma situación se presentaba en Malasia, aunque en este caso tenía un mejor liderazgo político, y en Indonesia, que tenía la complicación adicional de lo que fue llamado "capitalismo salvaje".  El flujo de capital de corto plazo era costoso y, a menudo, altamente condicionado al beneficio económico rápido. El dinero fue a parar de manera incontrolada solo a ciertas personas, no particularmente las más apropiadas o las más eficientes, sino a aquellas más cercanas a los centros de poder.

Para algunos economistas, la causa de la crisis fue que muchos gastaban más de lo que ganaban y habían acumulado grandes deudas en moneda extranjera. Eso ahuyentó a los inversionistas foráneos, quienes huyeron en masa y provocaron devaluaciones de divisas y recesiones.

martes, 23 de octubre de 2012

La Burbuja financiera-inmobiliaria en Japón

La burbuja financiera-inmobiliaria en Japón, constituyó un proceso de revalorización de activos financieros e inmobiliarios ocurrido en Japón a partir de 1980, y que finalizó en 1990. Se considera una de las mayores burbujas especulativas de la historia económica moderna.

Como antecedente tenemos, que durante la década de los 80 Japón tuvo un elevado superávit comercial, que fue empleado por los bancos para la adquisición de tierra y acciones, los precios de tales activos comenzaron a crecer de manera espectacular. 

El mercado inmobiliario hacía crecer el mercado de valores, y éstos, a su vez, provocaban el crecimiento de los activos inmobiliarios, la mecánica del proceso consistía en revalorizar las acciones de una empresa determinada a partir de sus propiedades inmobiliarias, y esa revalorización se empleaba para comprar más bienes inmuebles. Durante este periodo de euforia, la masa monetaria creció a un ritmo de 9% anual.

En el periodo 1955-1989 el valor de los bienes inmuebles japoneses se había multiplicado por 75, y suponían el 20% de la riqueza mundial, aproximadamente 20 billones de dólares, un valor equivalente a cinco veces el territorio completo de Estados Unidos, país que contaba con una extensión 25 veces mayor. 

Sólo el entorno metropolitano de Tokio tenía el mismo valor que todo Estados Unidos, y un distrito de la capital (Chiyoda-ku) valía más que todo Canadá, si se hubiera vendido el Palacio Imperial de Tokio, se habría obtenido el equivalente al valor de todo el estado de California. Los 1990 campos de golf de Japón doblaban el valor de la capitalización de la bolsa australiana.

Dada la interconexión de los valores inmobiliarios con las acciones de las empresas, éstas también sufrieron un proceso de revalorización, el valor de las acciones de la bolsa japonesa se multiplicó por 100 en el periodo 1955-1990. 

Una sola empresa japonesa (Nomura Securities) valía más que todas las casas de bolsa norteamericanas. En diciembre de 1984 el índice Nikkei alcanzó los 11.542 puntos. En diciembre de 1989, ya había alcanzado los 38.915 puntos, tras el estallido de la burbuja, en junio de 1992, el Nikkei había caído hasta los 15.951 puntos. En general, se piensa hoy día que los altos valores bursátiles ocultaban una muy baja rentabilidad de las empresas.

Entre principios de 1988 y agosto de 1990 el Banco Central de Japón, ante el riesgo inflacionista de la economía y la depreciación del yen frente al dólar decidió aumentar el tipo de interés bancario, que pasó del 2,5% al 6%, los precios de las acciones sufrieron un fuerte descenso (entre enero de 1990 y agosto de 1992 el índice nikkei perdió un 63% de su valor) y los precios de los bienes inmuebles cayeron. Dado que las acciones tenían como garantía los bienes inmuebles, el sistema financiero entró en una grave crisis. Al momento en que la burbuja especulativa estalló se le conoce como colapso de la burbuja.

Cuando la burbuja estalló, muchos pensaban que Japón había adelantado a los Estados Unidos, y se había convertido en la primera superpotencia económica. Tras la Segunda Guerra Mundial Japón experimentó un crecimiento extraordinario, en el periodo 1955-1972 la economía nipona creció una media del 10% anual. De 1975 a 1990 el crecimiento fue más moderado, pero aún así alto: un 4%. A partir de 1990, el crecimiento se estancó en un 1%.

El modelo económico japonés explicaba, a ojos de los occidentales, la prosperidad del país asiático. Paradójicamente, este modelo fue, según algunos analistas, el causante de la crisis. La economía japonesa estaba fuertemente influida por los valores culturales del confucianismo, el taoísmo y el budismo. El paternalismo capitalista, la edad como paradigma de la autoridad, la tradición de consenso en la toma de decisiones que afectan a la economía del país, el proteccionismo económico vinculado a un fuerte nacionalismo, la hiperregulación del mercado laboral y la identificación del trabajador con la empresa (que en las grandes corporaciones garantizaba el empleo de por vida) habían garantizado un funcionamiento eficiente del sistema productivo.

Por otro lado, la estructura empresarial japonesa no se parecía a la occidental. En Japón regía lo que se llamaba «el gobierno de las empresas» y el «sistema de un banco principal» (main bank system). Este último concepto hace referencia al entramado de los «keiretsus» (grupos empresariales) que de ordinario presentaban una estructura en cuya cúspide se encontraba una entidad financiera bajo la cual se extendían una serie de empresas con participaciones cruzadas. Los «keiretsus» tenían como principal defecto su escasa transparencia financiera (lo que, al parecer, sería determinante para la crisis posterior). En cuanto a «el gobierno de las empresas», se trataba de una fuerte interrelación entre las esferas política, académica y empresarial, según la cual el funcionamiento de la sociedad japonesa, en todos sus ámbitos, era garantizado por la élite empresarial.

Otra de las características de la economía japonesa era su vocación exportadora, lo que permitió la entrada de enormes cantidades de capital exterior en forma de beneficios. La abundancia de riqueza fue también determinante para explicar el alza de precios del periodo 1980-1990. Según informes del Banco de Japón, otros factores que catalizaron la burbuja fueron el aumento de la demanda, la relajación de la política monetaria y la desmesurada demanda de vivienda por motivos fiscales.

Algunos analistas niegan que el impacto de los beneficios producidos por las exportaciones fuera el verdadero causante de la burbuja. Según esta corriente de análisis, las empresas exportadoras fueron relativamente independientes del "banco principal", y para entonces el «main bank system» había variado su estructura: la mayor parte de las entidades había dirigido sus actividades financieras hacia el mercado interno, casualmente, hacia el sector de la construcción y de las empresas inmobiliarias.

La fuerte dependencia del sector financiero de esas empresas explicaría el hundimiento posterior de la banca japonesa, tras la depreciación de los bienes inmuebles. El fenómeno del paro, inédito en el país en virtud del «gobierno de las empresas», apareció en la sociedad japonesa, en el año 2002, el desempleo era del 5,4%, debido a la pérdida de valor de los bienes inmuebles se produjo un efecto riqueza negativo, que redujo de manera importante el consumo. El credit crunch consecuencia de la quiebra de numerosas entidades financieras aumentó las dificultades de crédito y paralizó la economía.

lunes, 22 de octubre de 2012

La Gran Depresión ó crack del 29

También conocido como la Crisis de 1929, fue la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos, tomando en consideración el alcance total y la larga duración de sus secuelas. Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este colapso de las acciones: Jueves Negro, Lunes Negro y Martes Negro. 

Todas ellas son apropiadas, dado que el crac no fue un asunto de un solo día. La caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de 1929) el que precipitó la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y de largo plazo para los Estados Unidos.

El colapso continuó por un mes. Los economistas e historiadores no están de acuerdo en qué rol desempeñó el crac en los eventos económicos, sociales y políticos subsecuentes. En Norteamérica, el crac coincidió con el comienzo de la Gran Depresión, un periodo de declive económico en las naciones industrializadas, y llevó al establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones que se convirtieron en un punto de referencia. La crisis del 29 ha sido, probablemente, la mayor crisis económica a la que se ha enfrentado el intervencionismo como sistema y que fue motivado por la manipulación de la oferta monetaria, por parte del gobierno americano, tras su nacionalización en 1914, al abandonar el patrón oro.

Al momento de la bomba, la ciudad de Nueva York había crecido hasta convertirse en la mayor metrópolis y en su distrito de Wall Street eran muchos los que creyeron que el mercado podía sostener niveles altos de precio. Poco antes del crac, Irving Fisher proclamó: "Los precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta alta permanente."

La euforia y las ganancias financieras de la gran tendencia de mercado fueron hechas pedazos el Jueves Negro, cuando el valor de las acciones en la Bolsa de Nueva York se colapsó. Los precios de las acciones cayeron ese día y continuaron cayendo a una tasa sin precedentes por un mes entero. 100.000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un periodo de 3 días.

En los días previos al Jueves Negro, el mercado estaba severamente inestable ya que no se supieron manejar acorde los negocios así que la bolsa cayó debido a la inexperiencia de algunos. Periodos de venta y altos volúmenes de negociación eran intercalados con breves periodos de aumento de precios y recuperación.

Más tarde, el economista Jude Wanniski relacionó estas oscilaciones con la perspectiva por el paso del Acta de tarifas Smoot-Hawley, que estaba siendo debatida en el Congreso.

Después del crac, el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA) se recuperó a inicios de 1930, solo para retroceder nuevamente, alcanzando un punto bajo de las grandes tendencias de mercado en 1932. El Dow Jones no retornó a niveles previos a 1929 hasta un tardío 1954,4 y el 8 de julio de 1932 estuvo en su nivel más bajo desde 1800.

Después de una serie sorprendente de cinco años de duración en la cual el Promedio Industrial Dow Jones (DJIA) incrementó su valor cinco veces, mayor a la de años anteriores, los precios alcanzaron su nivel máximo en 381,17 el 3 de septiembre de 1929. A partir de entonces, el mercado cayó profundamente por un mes, perdiendo 17% de su valor en la caída inicial. Luego, durante la semana siguiente, los precios recuperaron más de la mitad de las pérdidas, solo para caer nuevamente poco después. Entonces el declive se aceleró en lo que se llamó "Jueves Negro", el 24 de octubre de 1929. Ese día se negociaron un número récord de 12,9 millones de acciones.

Desde el 15 de octubre la acumulación de órdenes de venta había hecho bajar los valores; sin embargo el 24 de octubre el llamado Jueves Negro, 13 millones de títulos son puestos a la venta bajo precio y no encuentran comprador, provocando el hundimiento de la bolsa. A la 1 p.m. del viernes 25 de octubre, varios grandes banqueros de Wall Street se reunieron para encontrar una solución al pánico y caos en las negociaciones bursátiles. La reunión incluyó a Thomas W. Lamont, actuando en representación de JPMorgan Chase; Albert Wiggin, representante del Chase National Bank; y Charles E. Mitchell, presidente del National City Bank. 

Ellos escogieron a Richard Whitney, vice presidente de la Bolsa de Nueva York, para actuar en su nombre. Con los recursos financieros de los banqueros como respaldo, Whitney colocó una oferta para comprar un gran bloque de acciones del U.S. Steel a un precio muy por encima del mercado. Luego, ante la mirada sorprendida de los negociadores, Whitnet compró un número similar de acciones en otro Blue chip. Esta táctica fue parecida a una táctica que terminó con el Pánico de 1907 y tuvo éxito en detener el descenso ese día. En este caso, sin embargo, la tregua fue solo temporal.

Durante el fin de semana, los eventos fueron cubiertos por los periódicos en todos los Estados Unidos. El lunes 28 de octubre más inversores decidieron salir del mercado y la caída continuó con una pérdida récord del 13% en el Dow Jones ese día. El día siguiente, "Martes Negro, 29 de octubre de 1929, se negociaron 16,4 millones de acciones, un número que rompió el récord establecido siete días antes y que no sería excedido hasta 1969. Richard M. Salsman escribió que en octubre del 29, en medio de rumores de que el presidente de los Estados Unidos Herbert Hoover no vetaría el Acta de Tarifas Hawley-Smoot que estaba pendiente, los precios de las acciones se vinieron abajo aún más.

William C. Durant se juntó con miembros de la familiar Rockefeller y otros gigantes financieros para comprar grandes cantidades de acciones con el fin de demostrar al público su confianza en el mercado, pero sus esfuerzos fallaron en el intento de detener la caída. El Dow Jones perdió otro 12% ese día. La bolsa perdió $14.000 millones en valor ese día, sumando $30.000 millones la pérdida para la semana, diez veces más que el presupuesto anual del gobierno federal y mucho más de lo que Estados Unidos gastó en la Primera Guerra Mundial.

En la primavera de 1930 la Banca Morgan decide vender las acciones que ha acumulado y tiene lugar una nueva caída de la bolsa. Las cotizaciones siguen descendiendo. El mercado de valores se embarcó en una caída constante en abril de 1931 que no terminó hasta 1932 cuando el Dow Jones cerró en 41,22 el 8 de julio, concluyendo en un deterioro de 89% de declive desde el punto más alto. Este fue el punto más bajo en el que estuvo el mercado de valores desde el siglo XIX.