lunes, 19 de mayo de 2014

Contrato por diferencia CFD


Los Contratos por Diferencia conocidos como CFD (en inglés Contract for difference), son contratos entre dos partes, comprador y vendedor, por el cual se establece que el comprador deberá abonar al vendedor la diferencia entre el precio de un activo ó derivado en el momento de apertura del contrato, y el valor en el momento del cierre del mismo.

Fue creado hace años, nacieron durante la liberalización del mercado de la electricidad en Reino Unido durante la década de 1950  en el Reino Unido, donde los CFD para clientes particulares ya llevan funcionando desde hace varios años y están muy difundidos.

No es necesaria la entrega física del activo subyacente, por tanto, si se comienza vendiendo y el precio del activo baja, se generarán beneficios, sin embargo, un aumento del valor del activo producirá pérdidas para este mismo caso de venta inicial, y ganancias en caso de haber efectuado una compra.

Este producto derivado, que se rige fuera del ámbito de mercados organizados, no está disponible en todos los países, en España lo está desde 2007, mientras que en países como Estados Unidos no está permitido.

Debido a la situación actual de inestabilidad en los mercados, está cada vez más en auge, pues cuenta con algunas ventajas respecto de otros activos a la posibilidad de operar las 24 horas del día se le une la accesibilidad a cualquier tipo de mercados (divisas, acciones, materias primas…).

También es importante indicar las ventajas derivadas del apalancamiento, ya que abrir el contrato no es necesario abonar la cantidad total del activo subyacente.

Por último, señalar que hay tantos tipos de CFD como clases de subyacente existen, es decir, sobre divisas, acciones, materias primas, metales preciosos, ETF, opciones ó bonos, entre otros.

No obstante, sea cual sea el activo subyacente, los CFD se pueden agrupar en dos grandes clases: los CFD en los que el emisor fija un spread de precios y los que tienen acceso directo al mercado de valores.

En el primer caso, el margen de ganancia es menor pero no se cobran comisiones; y en el segundo, sucede exactamente lo contrario.

El CFD refleja el rendimiento de dicho activo, por ejemplo acciones, materias primas, índices, divisas ó tipos de interés, entre otros, sin la necesidad de tener la propiedad física del instrumento subyacente en sí.

Los CFD son instrumentos derivados OTC (over the counter), es decir no cotizan en un mercado organizado, originariamente los CFD únicamente eran accesibles al inversor institucional.

Hoy en día los CFD se han convertido en una herramienta de negociación muy popular entre los pequeños inversores de todo el mundo, los CFD están ganando terreno a la inversión tradicional gracias a sus ventajas, flexibilidad a la hora de operar y fácil acceso a mercados tradicionalmente no accesibles al cliente minorista.

Los CFD exigen el depósito por parte del inversor de un pequeño importe en concepto de garantías, esto le permite una gestión más eficiente de su capital, ya que sólo se moviliza una pequeña proporción del valor global de su posición.

Un inversor supone que el precio de un subyacente (un producto real asociado al CFD) como por ejemplo las acciones de Telefónica, van a bajar de precio en los próximos minutos, horas ó días.

Entonces el usuario abre un contrato de venta sobre el CFD de Telefónica, pasados unos minutos, horas ó días el inversor decide que ya es momento de cerrar el contrato, entonces compra el CFD de Telefónica que previamente había vendido.

El dinero ganado ó perdido será la diferencia entre estos 2 puntos, si Telefónica ha bajado entonces habrá ganado, ya que el inversor comenzó vendiendo, si hubiera comenzado comprando CFDs entonces habría perdido.

En algunas ocasiones se utiliza una estrategia empleada por grandes inversores para reducir el pago de impuestos en determinados países.

Suponiendo que tenemos una buena cantidad de dinero invertido en una empresa determinada y comenzamos a perder dinero porque las acciones bajan.

En muchos países al operar con acciones si vendemos nuestras acciones en un período muy corto (por ejemplo menos a 1 año) se presuponen operaciones especulativas y nos cobran un buen porcentaje de impuestos de las ganancias que tengamos acumuladas hasta el momento.

Pero si no vendemos nuestras acciones puede que lleguemos a perder todas nuestras acciones. Para evitar esto, el inversor experimentado realizará una operación igual pero en sentido contrario en CFD para asegurar su operación en acciones.

De esta forma congela sus pérdidas (y sus ganancias) ya que lo que pierda en acciones lo ganará en CFD y al contrario, cuando pase el tiempo necesario deshace los CFD y las acciones, de esta forma se congela la ganancia hasta que se desee vender.

Finalmente debemos tener en cuenta que los CFD son productos derivados complejos, basada en inversiones apalancadas en las que el intermediario suele exigir el depósito de un porcentaje de la inversión total, en concepto de garantía, este apalancamiento produce un efecto multiplicativo no sólo de las ganancias sino también de las pérdidas.

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