sábado, 29 de noviembre de 2014

Relato de perseverancia, historia del bambú Japonés



Después de plantar la semilla de esta increíble gramínea, no se ve nada durante siete años, excepto un lento desarrollo de un diminuto brote a partir del bulbo.

Durante siete años, todo el crecimiento es subterráneo, invisible a simple vista, pero una maciza y fibrosa estructura de la raíz, que se extiende vertical y horizontalmente por la tierra está siendo construida, con el fin de poder soportar el desarrollo posterior del bambú.

Entonces, al final del séptimo año, el bambú japonés crece rápidamente en pocas semanas hasta alcanzar una altura de treinta metros.

Muchas cosas en la vida personal y profesional son iguales al bambú japonés, estudias, trabajas, inviertes tiempo, esfuerzo, haces todo lo que puedes para nutrir tu conocimiento y algunas veces no se ve nada durante semanas, meses ó años.

Pero si tienes paciencia para continuar estudiando, trabajando, persistiendo y alimentando tus conocimientos, tu séptimo año llegará sin duda, con él vendrá un crecimiento y cambios que tú jamás esperabas.

De hecho, el bambú japonés no sale a la superficie durante los primeros siete años. Un cultivador inexperto pensaría que la semilla es infértil, pero sorprendentemente, luego de transcurridos estos siete años el bambú crece más de treinta metros en solamente seis semanas.

¿Cuanto podríamos decir que tardó realmente en crecer el bambú? ¿Seis semanas? ¿ó siete años y seis semanas?

Sería más correcto decir que tardó siete años y seis semanas.

¿Por qué?

Debido a que los primeros siete años, el bambú se dedica a desarrollar y fortalecer las raíces, las cuales van a ser los cimientos que puedan soportar, el crecimiento en las semanas siguientes.

Además, si en algún punto en esos primeros siete años dejamos de regarlo ó cuidarlo, el bambú muere.

Este relato es similar a lo que nos pasa muchas veces en la vida, en general nos apresuramos y nos ponemos ansiosos si no logramos inmediatamente un objetivo.

Muchas de nuestras metas, especialmente las más ambiciosas requieren tiempo y dedicación, también requieren que creemos nuevos hábitos, lo cual también puede llevarnos tiempo.

Con frecuencia ocurre que cuando no logramos inmediatamente nuestros objetivos, nos desanimamos y hasta lo abandonamos creyendo que no es para nosotros, que no lo merecemos, ó cualquier otro pensamiento limitante similar.

Imagina un cultivador que deja de regar el bambú japonés a los seis años y once meses, la falta de agua va a provocar que la planta muera, cuando se encuentra muy cerca de salir a la superficie. Un poco más de paciencia y perseverancia hubiera producido muchos frutos en poco tiempo.

Así como el bambú requiere perseverancia y paciencia, lo mismo ocurre en la vida. A veces no vemos los resultados por mucho tiempo, pero si nos mantenemos perseverantes, realizando acciones cada día que nos lleven a nuestro objetivo, tarde ó temprano un resultado se va a manifestar, y cuando esto ocurra es probable que veamos todos los frutos de nuestro esfuerzo juntos.

La historia del bambú japonés nos enseña que no debemos fácilmente desistir de nuestros proyectos y de nuestros sueños.

En nuestro trabajo ó misión, especialmente si es un proyecto que requiere cambios de comportamiento, de pensamiento, de cultura y de habitos, debemos siempre acordarnos del bambú japonés para no desistir fácilmente cuando las dificultades se presenten.

Tratar de cultivar siempre dos buenos hábitos en la vida: la perseverancia y la paciencia, si no consigues lo que anhelas no desesperes, quizás solo estés echando raíces.

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