La gestión individual es aquella en la que el inversor
coloca sus ahorros directamente en el mercado comprando y vendiendo a su nombre
valores negociables. Se le conoce también como inversión directa, para lo cual
requiere los servicios de un intermediario Bursátil ó SAB (Sociedad Agente de
Bolsa).
La inversión individual directa supone que el
ahorrador toma personalmente las decisiones de inversión y gestiona su cartera
de valores de acuerdo con sus propios criterios de riesgo, rentabilidad y
liquidez, estableciendo la diversificación que considere más conveniente.
Esta gestión individual tiene sus ventajas, la
equivocación o acierto le corresponde a uno mismo. Sin embargo, esa gestión
individual también tiene sus inconvenientes: la inversión en bolsa requiere
tiempo, vigilancia, información y conocimientos del mercado. Sentarse sobre la
cartera y dejar pasar el tiempo puede ser positivo a largo plazo si se opera
sobre valores muy estables, pero aprovechar las tendencias alcistas del mercado
y seguir de cerca los valores puede ser más beneficioso para el inversor. Por ello,
esa gestión individual puede favorecerse con una gestión individual asistida y asesorada,
que puede adoptar estas formas:
a) Cuentas de valores administradas: es el supuesto
más sencillo en la asistencia a la gestión individual y que consiste en el
depósito y custodia de los valores por parte de un intermediario autorizado,
que se ocupa también de las labores de gestión de cobro de dividendos, intereses,
amortizaciones, reinversiones, etc. Es decir, lo que permita la conservación y
la recogida de los frutos de los valores depositados. El cliente da
directamente las órdenes a través del intermediario, que sólo se ocupa, con el
pago de comisiones, de una administración ordinaria de los valores depositados.
b) Cuentas de valores asesoradas: los inversores
continúan invirtiendo directamente y dando ellos las órdenes de bolsa, pero las
sociedades y agencias de bolsa y demás intermediarios autorizados les ofrecen
la administración y depósito de los valores, asesoramiento, análisis e informes
del mercado y de valores concretos, e incluso les facilitan el acceso a locales
adecuados en donde se puede seguir el mercado en tiempo real en pantallas de
información. Estas cuentas pueden ser gratuitas para aquellos inversores que
mueven un buen volumen de contratación, puesto que el intermediario bursátil
cobrará sus comisiones de compraventa y de depósito de los valores.
c) Cuentas gestionadas de valores: en este caso los
inversores firman un contrato de gestión de carteras por el cual delegan la
decisión de inversión en un intermediario bursátil, que podrá seleccionar las
inversiones, dar las órdenes de compraventa y, en suma, asumir la posición de
representante del inversor. Por cartera de valores se entiende una determinada
combinación agrupada de valores mobiliarios.
Esta cuenta tiene por objeto
disciplinar las relaciones entre un cliente, que aporta valores o dinero, y el
gestor que los invertirá, según su criterio profesional, a fin de que se
alcancen los mejores resultados posibles. A cambio, el gestor de la cartera
percibe una remuneración.
Son contratos temporales, que contienen un mandato
con facultad de disposición a favor del gestor. Son además contratos de
confianza, en donde el cliente-inversor cree en las aptitudes del gestor para
administrar y disponer de su cartera de valores. El contrato incluye una
obligación de información periódica de la situación de la cartera y además una
información de carácter fiscal anual sobre los movimientos, patrimonio
mobiliario y plusvalías y minusvalías realizadas a los efectos de los impuestos
sobre la renta y el patrimonio del cliente. Además, la entidad debe informar
mensualmente cuando la cartera gestionada presente pérdidas al final del mes
con respecto al fin del mes anterior y cuando la naturaleza de las operaciones
o el riesgo inherente a las mismas exigieran, por razones de prudencia, una
mayor información al cliente.
1 comentarios:
La gestión individual en la Bolsa ofrece libertad y responsabilidad, pero también puede ser abrumadora para algunos inversores. Aquí es donde entra en juego un gestor de inversión, que puede brindar asesoramiento experto y gestionar la cartera de manera más efectiva. Con la ayuda de un gestor, los inversores pueden optimizar su tiempo y recursos, manteniendo un mayor control sobre sus inversiones y maximizando su potencial de rendimiento.
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