martes, 25 de septiembre de 2012

¿Que criterio se sigue en la eleccion de una cartera de inversión?

En primer lugar, el inversionista debe evaluar la tipología de cartera que desea, en función del propio carácter del inversor. Hay inversores que no quieren ningún riesgo, atrevidos, prudentes, especuladores, a corto plazo, a largo plazo, de edad avanzada, jóvenes, con mayor o menos patrimonio, con necesidad de rentas periódicas o no, con patrimonio diversificado o no, etc. Esta primera evaluación es quizá la más importante, porque permitirá definir el tipo de cartera que el inversor desea y que puede responder al objetivo perseguido:

Carteras de rendimiento: el objetivo es la percepción de dividendos e intereses de los valores adquiridos.

Carteras de crecimiento: su propósito es la consecución de una plusvalía sin asumir grandes riesgos.

Carteras especulativas: incluyen acciones temporalmente subvaloradas debido a riesgos a que se han expuesto las empresas emisoras.

Carteras combinadas de rendimiento y crecimiento: la gestión y administración de una cartera de valores debe tender a los siguientes objetivos:

1.- Satisfacer los propósitos y objetivos del inversor: En general, los que se piden a cualquier buena inversión: rentabilidad, seguridad y liquidez. Principios que son difícilmente compatibles, porque el valor más rentable no suele ser el más seguro, ni el más líquido el más rentable.

2.- Una consecución del modelo de cartera previamente definida: Composición de renta fija o variable, diversificación para reducir riesgos, objetivos fiscales de la inversión, inversiones en sectores concretos, valores especulativos o no, plazo de inversión, etc.

3.- Una selección de los valores con criterios profesionales y de acuerdo con análisis y precios objetivos, que permitan determinar también el momento oportuno para la compra o venta.

4.- Una actitud adecuada, ponderada, serena y conveniente frente a la evolución de la cartera de valores, del mercado bursátil y de la economía. Existen múltiples modelos de selección de carteras. Se pueden destacar, sintéticamente, los siguientes:

a) Las inversiones sistemáticas constantes: Su plan más sencillo consiste en invertir sistemáticamente, y a intervalos regulares de tiempo, una suma constante en la compra de una o varias acciones previamente seleccionadas. El interés del plan consiste en conseguir un beneficio de las fluctuaciones coyunturales y accidentales de las cotizaciones, en torno a la línea de tendencia, y alcanzar un coste medio de compra de los títulos inferior a su media aritmética.

b) La distribución constante entre diferentes categorías de valores: por ejemplo, el 35 por ciento en valores de renta fija, el 55por ciento en renta variable y el 10 por ciento en disponibilidades líquidas y activos financieros a muy corto plazo. Un plan de este tipo llevará a modificaciones porcentuales, derivadas de incrementos de tipos de interés o de cotizaciones que permitan aprovechar las coyunturas favorables en los distintos tipos de valores.

c) Existen otros modelos de selección de carteras que emplean matemáticas, cálculo de probabilidades, estadística, econometría, psico-sociología, etc. en la adopción de decisiones racionales y en la forma de realizar las operaciones. Este tipo de modelos científicos se inició con la aplicación de los métodos de programación matemática a la selección de carteras realizado por Markowitz, al que luego siguieron otros estudios, entre los que cabría destacar el «modelo de mercado» de Sharpe.

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