La burbuja de los mares
del sur, o crack de 1720, fue una crisis financiera que ocurrió en Gran Bretaña
en 1720, debido a una burbuja especulativa iniciada en 1711. Constituye uno de
los primeros cracks económicos de la Historia.
La Compañía de los
mares del sur (South Sea Company), fundada en 1711 por Robert Harley (entonces
jefe del partido Tory), logró el monopolio sobre el comercio con las colonias
españolas en América. La compañía a cambio, aceptó cambiar diez millones de
libras en bonos del tesoro contra las acciones a una tasa de interés del 6%, lo
que equivalía a una renta perpetua para los inversores.
El primer viaje
comercial hacia América tuvo lugar en 1717, pero la ganancia fue poca. En 1718,
las relaciones entre España y Gran Bretaña se deterioraron, lo que ensombreció
las perspectivas de la compañía. Aun así, seguía manteniendo que era
inmensamente provechosa a largo plazo. En 1717, se hizo cargo de diez millones
de libras suplementarias de deuda pública contra una nueva emisión de títulos.
La compañía divulgó
rumores cada vez más extravagantes sobre el valor potencial de su comercio con
el Nuevo Mundo, lo que tuvo el efecto de desatar la especulación. Las acciones
subieron rápidamente, pasando de 128 libras en enero de 1720 a 550 a finales de
mayo.
La compañía obtuvo la
licencia real para comerciar en exclusiva de manera que su atractivo aumentó y
sus acciones llegaron a las 890 libras a principios de junio. Este pico incitó
a algunos inversores a vender; para limitar la presión bajistas, los directores
de la compañía ordenaron a sus agentes comprar títulos, manteniendo así su
valor en torno a las 750 libras.
El rápido aumento del
valor de la acción provocó un frenesí especulativo por todo el país. Los
inversores se interesaron por los mares del sur, pero también por otras
acciones. A principios de agosto la cotización alcanzó las 1.000 libras, y la
tendencia cambió bruscamente.
Otras burbujas estallaron
al mismo momento en Ámsterdam y París (Compañía del Mississippi de John Law) y
aceleró la caída de la cotización. La crisis se propagó a los bancos, entre los
accionistas que se arruinaron estuvieron miembros del gobierno, incluso Isaac
Newton: después de haber obtenido una plusvalía de 7.000 libras en abril, acabó
perdiendo 20.000 libras. Más tarde, declaró: «Puedo predecir el movimiento de
los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes.»
La cotización quedó en
100 libras antes del fin de año. Ante la cólera de los inversores, el
Parlamento se disolvió en diciembre, y una comisión ocupó su lugar.
En su
informe publicado en 1721, se reveló un fraude de gran amplitud organizado por
los directores de la compañía. Los directores fueron arrestados y llevados a la
Torre de Londres. La mayor parte fueron desposeídos de sus bienes: así, a John
Blunt no le quedaron más que 5.000 libras de las 183.000 que tenía, James Cragg
se suicidó. El nuevo canciller y el primer lord del tesoro Robert Walpole, anunciaron
una serie de medidas para restablecer la confianza pública y la solvencia de la
compañía.
La compañía continuó
con su comercio (cuando no quedaba interrumpido por la guerra) hasta el final
de la Guerra de los siete años. Sin embargo, su principal función fue siempre
manejar la deuda gubernamental, más que comerciar con las colonias españolas.
La compañía de los mares del sur continuó encargándose de administrar parte de
la deuda nacional hasta que se abolió en los años 1850.
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