Esta crisis fue un
período de dificultad financiera, que se apoderó de Asia en julio de 1997 y
aumentó el temor de un desastre económico mundial por contagio financiero.
También conocida como la crisis del Fondo Monetario Internacional, comenzó el 2
de julio de 1997 con la devaluación de la moneda tailandesa.
Por efecto dominó,
le sucedieron numerosas devaluaciones en Malasia, Indonesia y Filipinas, lo que
repercutió también en Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur. Sin embargo, lo que parecía ser una crisis
regional se convirtió con el tiempo en lo que se denominó la "primera gran
crisis de la globalización", y existe una gran incertidumbre sobre la
verdadera magnitud del impacto de sus efectos en la economía mundial, sólo
durante las primeras semanas un millón de tailandeses y 21 millones de
indonesios pasaron a engrosar las filas de los oficialmente pobres
La crisis comenzó en
Tailandia con el colapso financiero del baht tailandés, causado por la decisión
del gobierno tailandés de hacer fluctuar el baht, cortando su clavija al dólar,
después de esfuerzos exhaustivos para sostenerlo frente a una sobreextensión
financiera severa que era en parte obligada por el sector inmobiliario. Para
ese entonces, Tailandia había adquirido una carga de deuda externa que provocó
la bancarrota efectiva del país incluso antes del colapso de su moneda. Cuando
la crisis se expandió, la mayoría de los países del Sureste Asiático y Japón
vieron el desplome de sus monedas, la devaluación del mercado bursátil y de
otros activos y una caída precipitada de la deuda privada.
Aunque hay un acuerdo
general sobre la existencia de una crisis y sus consecuencias, es menos claro
cuáles fueron las causas de la crisis, así como su alcance y solución.
Indonesia, Corea del Sur y Tailandia fueron los países más afectados por la
crisis. Hong Kong, Malasia y Laos padecieron también la depresión. La República
Popular China, India, Taiwán, Singapur y Vietnam fueron menos afectados, aunque
también sufrieron por la pérdida de la demanda y de la confianza en la región.
Los ratios Deuda
Extranjera-Producto Bruto Interno subieron una tasa de 100% a 167% en las
cuatro economías más grandes del Sureste Asiático en el periodo 1993-1996,
luego se dispararon a más del 180% durante la peor parte de la crisis, en
Corea, el ratio aumentó un 13-21% y, luego al 40%. Solo en Tailandia y Corea
subieron los ratios del Servicio de deuda-exportaciones.
Aunque la mayoría de
los gobiernos de Asia tenían políticas fiscales bastante razonables, el Fondo
Monetario Internacional propuso iniciar un programa de $40 mil millones para
estabilizar las monedas de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia, cuyas
economías habían sido particularmente golpeadas por la crisis; sin embargo, los
esfuerzos para contener una crisis económica global hicieron poco para
estabilizar la situación doméstica en Indonesia. Después de haber estado 30
años en el poder, el presidente de Indonesia, Suharto fue forzado a dimitir en
mayo de 1998 en la víspera de la generalización de los disturbios que siguieron
al fuerte incremento de precios causado por una devaluación drástica de la
rupia. Los efectos de la crisis persistieron a lo largo del año 1998.
En Filipinas, el
crecimiento económico cayó virtualmente a cero en 1998. Solamente Singapur y
Taiwán probaron estar relativamente aisladas del shock, pero ambas sufrieron
duros golpes, la primera más agudamente debido a su tamaño y su ubicación
geográfica entre Malasia e Indonesia. Para 1999, sin embargo, los analistas
vieron signos de que las economías de Asia estaban empezando a recuperarse.
Hasta 1997, Asia atraía
casi la mitad del total de capital afluente a los países en desarrollo. En
particular, las economías del Sureste asiático mantenían altas tasas de interés
que atraían inversionistas extranjeros en busca de altas tasas de retorno. Como
resultado, las economías de la región recibieron un gran afluente de dinero y
experimentaron un dramático incremento en los precios de activos. Al mismo
tiempo, las economías regionales de Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur y
Corea del Sur experimentaron altas tasas de crecimiento: del 8 a 12% del PBI a
fines de la década de 1980 y comienzos de los 90. Este logro fue ampliamente
celebrado por las instituciones financieras, incluyendo el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, y fue conocido como parte del "milagro
económico asiático".
Las causas de la
debacle son muchas y disputadas. La economía de Tailandia se desarrolló en una
burbuja llena con "dinero caliente". Se requería más y más mientras
crecía el tamaño de la burbuja. La misma situación se presentaba en Malasia,
aunque en este caso tenía un mejor liderazgo político, y en Indonesia, que
tenía la complicación adicional de lo que fue llamado "capitalismo
salvaje". El flujo de capital de
corto plazo era costoso y, a menudo, altamente condicionado al beneficio
económico rápido. El dinero fue a parar de manera incontrolada solo a ciertas
personas, no particularmente las más apropiadas o las más eficientes, sino a
aquellas más cercanas a los centros de poder.
Para algunos
economistas, la causa de la crisis fue que muchos gastaban más de lo que
ganaban y habían acumulado grandes deudas en moneda extranjera. Eso ahuyentó a
los inversionistas foráneos, quienes huyeron en masa y provocaron devaluaciones
de divisas y recesiones.
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